Hace menos de 3 meses, prácticamente todas mis redes sociales se llenaron de comentarios de indignación porque México fue eliminado «injustamente» del mundial. Hoy, me sorprendo al no ver a una sola persona entre mis conocidos indignada por la masacre en Iguala. ¿En qué momento los mexicanos aprendimos tan bien la indiferencia y el conformismo? ¿En qué momento la impunidad se volvió aceptable y normal? ¿Por qué somos incapaces de reaccionar como sociedad ante hechos inaceptables e imposibles de tolerar en otras partes del mundo? Creo que es simplemente porque en el fondo, y a su propia escala, todos los mexicanos somos igual de corruptos y escasos de valores que los policías y el crimen organizado trabajando juntos, o por lo menos nos sentimos lo suficientemente identificados como para entenderlo, aceptarlo y soportarlo. Porque conocemos y contamos con la indiferencia, la impavidez y la poca memoria del pueblo mexicano. Porque no sabemos ni nos interesa saber lo que significa la palabra Justicia. Porque simplemente nos hemos acostumbrado y nos sometemos voluntariamente a la opresión por parte de nuestros gobernantes. Porque a los mexicanos ya no hay violencia que nos sorprenda ni nos quite el sueño: ni bebés muertos en una guardería; ni niños y adolescentes acribillados durante una fiesta; ni cientos de migrantes asesinados de la forma más inhumana; ni miles de mujeres violadas, desaparecidas y asesinadas; ni secuestrados o decapitados; ni estudiantes secuestrados por policías para después ser entregados al crimen organizado para ser calcinados. Porque al mexicano, mientras no se trate de la familia o de la selección mexicana de futbol, lo que suceda en el país le importa un carajo. Porque el nivel de violencia en México es directamente proporcional al nivel de indiferencia de los mexicanos. Porque cada 16 de septiembre nos encanta reunirnos para “dar el grito” pero somos incapaces de gritar claro y fuerte “¡ALTO, NO MÁS!”. Acabamos de conmemorar el aniversario de Tlatelolco, donde un 2 de octubre, estudiantes que manifestaban pacíficamente fueron masacrados por las “fuerzas del orden”. En México, podemos decir que en 2014 las cosas siguen, por lo menos igual, pero yo opino que mucho peor, que en 1968.
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