Sobre sangre, genes y amor

 

William-Adolphe_Bouguereau_(1825-1905)_-_Maternal_Admiration_(1869)Sucede en este momento en Panamá:

Una pareja se acaba de dar cuenta de que su hijo, de dos años, no es de ellos.

Los padres habían notado que físicamente su retoñito adorado no se parecía ni a ellos ni a su primer hijo. Al parecer tampoco le encontraron parecido a nadie más de la familia, por lo que el padre decidió hacerse una prueba ADN, que le salió negativa (cosa no muy sorprendente, si tomamos en cuenta que 30% de los hombres que se hacen la prueba de paternidad les sale negativa. Además, se estima que 1 de cada 10 niños en el mundo no es criado por su padre biológico, sino por un hombre “engañado”).

Pero en este caso, la madre, valiente e irreprochable, le dijo al marido: pues si no es tuyo, tampoco es mío. Y estando tan segura de si misma y de su fidelidad decidió someterse también a la prueba, misma que también resultó negativa.

Ante esta perturbadora información, se presentaron, con todo y abogados, al hospital donde se había dado a luz, exigiendo tener noticias de su “verdadero hijo”, y explicando que el problema no era el niño que amaban como si fuera suyo, pero la urgente necesidad de saber dónde estaba “su sangre”.

Al parecer, los niños, por haber nacido prematuros, se los llevaron inmediatamente después del nacimiento a la incubadora. Cuando el personal del hospital, y concretamente las enfermeras, los presentaron por primera vez a los padres, les trajeron al niño “incorrecto”.

El hospital lanzó una búsqueda nacional de los otros 3 niños prematuros que habían nacido en sus instalaciones ese 6 de septiembre de 2011. Los primeros dos niños a quienes se les hizo la prueba, salieron negativos. El tercero, que vivía en otra ciudad, arrojó positivo y por lo tanto resultó ser el hijo biológico de la pareja.

Muchos nos preguntábamos qué harían los padres. Es verdad que el niño al que habían criado durante dos años no era quien cargaba ni sus genes ni su sangre, pero al final de cuentas si cargaba ya con todo su amor y  dedicación. Al presentar la denuncia se arriesgaban no sólo a perder a su hijo intercambiado, pero también, y quizá, llevarse la sorpresa de que su verdadero hijo hubiera fallecido en el hospital y que la noticia se la hubieran dado a otros padres, y finalmente, quedarse “sin nada”.

Los padres que presentaron la denuncia y sus abogados explicaron finalmente que no buscaban volver a intercambiar a los niños, simplemente querían que por ley se les permitiera estar en contacto con su “verdadero hijo” (el hijo biológico), y estar presente en su vida. Además de, claro, recibir una indemnización por parte del hospital por el tremendo e imperdonable error que se había cometido.

Hace unos meses sucedió algo parecido en Chile, donde las madres, concretamente una de ellas, se dio cuenta de la confusión 3 semanas después del nacimiento y también porque tuvo un presentimiento, y tuvo esa intuición materna de sentir que el niño que le habían entregado no era su hijo. Ambas madres cuentan lo difícil que fue separarse de esos bebés a quienes creían sus hijos, después de 3 semanas y en pleno proceso de amamantamiento. Me había impresionado tanto la noticia que hasta había recortado el anuncio del periódico pues me dije que daba tela para escribir una novela.

Me pregunto cuántos niños intercambiados habrá en el mundo. Me pregunto también qué es más fuerte, y qué hace a un niño ser un “verdadero hijo” o no: ¿la crianza, la convivencia y el amor? o ¿la sangre y los genes? ¿Qué haría yo en ese caso? ¿Qué harías tú?

Acerca de LaLoren

Migrante permanente: 21 años tapatía, 1 lyonesa, 2 parisina, 2 grenadina, 1 guadalupense, 1 chiapaneca, 1.5 chilanga, 1 trinitaria, 0.5 ginebrina, 3.5 panameña, 1.5 libanesa
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