Recuerdo la primera vez que regresé a México después de haber pasado un año en el extranjero, lo que más me impresionó fue darme cuenta de la falta de indignación de los mexicanos. No podía entender cómo los ciudadanos de un país podíamos ser tan indiferentes ante tantas injusticias, tanta corrupción, tanta desigualdad.
El contraste era mayor al venir de Francia, que es el otro extremo: la gente se la vive indignada de todo y cualquier cosa, no se cansan de protestar y de exigir sus derechos. El país de los derechos universales versus el país de la ley de la selva, donde si no agandallas no ganas.
Hoy, 17 años y varios países después, me doy cuenta de que es precisamente esa falta de indignación lo que hace que México y los mexicanos seamos únicos, y que si los mexicanos nos tomáramos las cosas muy en serio ya no seguiríamos aquí. Que finalmente es gracias a la filosofía del «Si Dios quiere» y el «Gracias a Dios» que el mexicano sigue en pie de lucha y con la confianza en alto a pesar de tanta desgracia.
Seguido nos preguntan a Gavino y a mí dónde nos ha gustado más vivir, o a dónde volveríamos, y nuestra respuesta es siempre la misma: México. Y no porque sea un país sin problemas, al contrario, creemos que tiene, y muchos. Pero porque es un país donde a pesar de todos sus problemas (que voy a evitar mencionarlos en esta oda) la gente no ha perdido el optimismo, el sentido del humor, el amor a la vida y mucho menos el amor a su país.
Hay varias cosas que me impresionan cada vez que regreso a México, y que quiero describir aquí:
México es el país de las alternativas. No existe el «no se puede», siempre hay otra opción, el Plan B. No terminaría nunca de describir todas las cosas que se pueden ver y escuchar… desde que vas a la tienda y dices que buscas un pantalón azul claro pero sólo hay azul obscuro y la empleada te dice, bueno, si se deslava entonces ya va a quedar del color que busca… (pluc! como diría Condorito). En México nadie se queda sin vender, si no te gusta como está te lo acomodan hasta que te guste.
Como quien dice no se nos atora nada, y la creatividad la traemos a flor de piel. Nomás es cosa de que nos den chance para explayarnos y entonces sí, agárrense. Me gustaría hacer un inventario de la cantidad de reparaciones echas con chicles, seguritos de pelo y alambritos de pan Bimbo…
Se nos siguen ocurriendo cosas, y no nos da pena, y hasta las ponemos de moda… Así es como llegas a México después de unos meses y te enteras de que a alguien se le ocurrió revolver tostitos con chamoys con cueritos con cacahuates japoneses con pepino coco y jicama y al final le echó limón y chile claro…. Y los llamó tostilocos, y a la gente les gustó y de repente ya se volvieron parte de la idiosincrasia. Me voy a delatar, pero todavía me acuerdo cuando a alguien se le ocurrió que el taco al pastor sabía bueno con piña…
Así somos los mexicanos, nos gusta inventar, y además somos antojadizos entonces la combinación es mortal. En México es el único lugar del mundo donde he visto que la gente en el desayuno está pensando en qué va a comer. O que alguien se despierte y lo primero que diga es «Hoy tengo antojo de…» Bueno, ni siquiera sé cómo se diga antojo en inglés o en francés.
Por eso en México las calles son un museo de antojos: carritos por si se te antoja fruta, o tacos, o tamales, o un elote, o pan dulce, o pan bolillo, o un tejuino, o un raspado, o una nieve, o algún producto oaxaqueño, o una piel de vaca (no es broma, en Providencia).
Y digo que son antojos porque realmente nada de esto lo necesitas. Si lo necesitaras irías al super y listo, pero te lo ponen en la calle porque saben que somos antojadizos, porque de repente te pueden entrar unas ganas locas de coco con chile, y porque los mexicanos caemos muy fácil en la tentación.
Es quizá gracias a esta falta de pudor y respeto a los antojos, que es un placer llegar a México y ver la calidad del servicio (sobre todo comparada al Caribe o a Francia…). En México todo se vale, los menús de los restaurantes son completamente flexibles y el mesero nunca se te quedara mirando como si fueras una psicópata si se te ocurre pedir un platillo con el acompañamiento de otro. Mucho tiempo pensé que tenía mala suerte pues en todos los países donde nos tocaba vivir había mal servicio. Hoy he llegado a la conclusión de que el raro es México con su excelente servicio. No lo he visto en ningún otro lugar, porque además lo considero un servicio genuino y natural (no artificial como el del gringo con su pin de carita feliz y que tuvo un coach que le enseñó a sonreír enseñando todos los dientes).
Además la gente en general es muy amable. Es raro ver a alguien de malas, y mucho menos si está dando un servicio. No digo que no haya mexicanos malhumorados, claro que hay, lo que digo es que es raro (créanme, hay lugares donde lo raro es que la gente ande de buenas).
Entonces cuando uno ha pasado ya varios años fuera de este círculo de amabilidad le sigue sorprendiendo la reacción de la gente después de un estornudo, cuando oyes al unísono ese “Salud” sincero a tu alrededor, estés donde estés (léase banco, camión, aeropuerto, restaurante, en el semáforo de un carro a otro…bueno, hasta en un baño púbico me han gritado salud desde el wc). Y a uno en ese instante hasta le dan ganas de abrazarlos! Pero te retienes y sólo dices, muy amablemente: «Gracias». Y entonces todavía los escuchas responderte: «De nada» (Wow! Ahí si de plano tienes ganas de preguntarles si quieren ser tu amigo, o si tienen whatsapp).
Algunas personas creen que cuando uno se va a vivir a otro país es por malinchista, pero creo que seguido pasa lo contrario, y que algunos necesitamos alejarnos para darnos cuenta de las cualidades y para valorar (así como cuando el marido se va de viaje y lo extrañas un montón y nomás te acuerdas de lo bonito y del gran hombre que es).
Por eso hoy le quiero dar gracias a México y a su gente. Porque es el único lugar del mundo donde puedo salir a la calle a comprar fruta fresca en cuadritos o comerme los mejores mariscos del mundo y en general donde puedo desayunar, comer y cenar como dios manda y satisfacer todos mis antojos. Donde he logrado hacer trámites administrativos en 10 minutos (increíble pero cierto: renovación de credencial del IFE textualmente 10 minutos y sin tener que sacar ninguna copia, ni dar mordida, y además la credencial está hecha en computadora…. En los últimos países donde he estado, incluyendo Panamá, todas las actas, permisos de conducir, identificaciones siguen estando echas a mano…). Porque es el único lugar del mundo donde la gente me desea que esté saludable y donde las «Gracias» y los «De Nada» se siguen dando sin reserva.
Posdata: Viva México cabrones! Ojalá le ganemos a Panamá hoy en la noche!