La semana pasada, después de meses de debate, se aprobó en Francia el matrimonio entre personas del mismo sexo. No fue tan fácil como en otros países europeos, pues a los franceses les gusta mucho manifestarse, y a los franceses católicos y radicales no nada más les gusta, les encanta. A pesar de que, desde un inicio, era un hecho que la Ley se aprobaría por mayoría, los opositores se movilizaron hasta el último día. Personalmente, fue una gran desilusión ver tantas manifestaciones con propósitos homofóbicos en el país que se jacta de ser el creador de los derechos humanos universales.
Este tema realmente me intriga mucho, pues no entiendo por qué la gente se moviliza tanto para tratar de evitar que dos personas que se aman puedan casarse y gocen de los mismos derechos que los demás, mientras que para otros temas, como las guerras o el control de armas, donde realmente se sacrifican inútilmente tantas vidas humanas, hay tan pocos manifestantes.
Y es que, al parecer, a los católicos de repente se les olvida el mensaje más importante de su mesías: “Amaros los unos a los otros”. Esta frase tiene un doble mensaje, el primero es que el amor es indiferente al género, el amor es espiritual. Es decir que si viviéramos en un mundo libre de influencias sociales, culturales, religiosas y creciéramos sin absolutamente ningún prejuicio social, realmente nos enamoraríamos del alma de la otra persona, independientemente de su sexo. Así que sí, creo que todos somos potencialmente homosexuales, o bisexuales, y que nuestras preferencias están gran parte influenciadas por lo que la sociedad nos ha hecho creer que está «bien» o está «mal».
El segundo mensaje es que el amor es universal, debemos amar a todos, independientemente de credo, raza o preferencia sexual. Amar es respetar. Y cuando uno observa las marchas, las manifestaciones, se da cuenta de cuán ausente están el amor y el respeto. Cuánto miedo tenemos de nuestro prójimo, porque el antónimo de amor no es odio, sino miedo. Y al parecer mucha gente tiene miedo de ver a dos personas del mismo sexo amándose. Lo que no estoy segura es que si creen que negándoles el derecho a casarse habrá menos, o los van a desmotivar a seguir juntos, o ¿quizá creen que es contagioso?…
Un argumento que salía seguido era el derecho a la adopción, la fertilización in vitro, o en general el derecho de las parejas homosexuales a tener hijos. Y ahí yo pienso nuevamente en dos cosas: hay ya muchos niños que nacen y crecen en familias con parejas del mismo sexo. Sale hasta en las revistas de espectáculos. El enmarcarlo en una ley lo único que hace es legalizar, y por lo tanto controlar y proteger una práctica que ya es común.
Segundo, creo que es muy ilusorio pensar que un niño lo único que necesita es una mamá y un papá para ser feliz y crecer sanamente. Y si realmente es así, entonces se deberían de crear leyes que prohíban la existencia de madres solteras o de familias uniparentales; que manden a la cárcel a los padres que abandonan a sus hijos y a tantas y tantas mujeres, sobre todo del tercer mundo, que dejan a sus hijos al cuidado de las abuelas, para irse a trabajar a países extranjeros y que no ven a sus hijos en años o nunca más; y sobre todo leyes (por lo menos en México) que condenen firmemente a la gran cantidad de sacerdotes católicos que tienen hijos y que después se hacen pasar por sus tíos.
Creo que está bastante probado que un papá de sexo masculino y una mamá de sexo femenino no bastan, y lo evidencia la cantidad de niños en los orfanatos pero también la cantidad de niños que viven en hogares completamente disfuncionales y violentos. No basta con que los padres sean un hombre y una mujer, también debe de haber amor entre ellos. Y si el amor existe, entre dos personas del mismo sexo, que además quieren casarse, no veo en qué le afecte eso a un niño, sino todo lo contrario. Tampoco puedo creer que a alguien se le ocurra pensar que un niño está mejor en un orfanato que con padres que lo desean y que lo adoran, aunque sean del mismo sexo. Y también me pregunto si los hijos de los opositores fueran a la misma escuela que los hijos de Ricky Martin o de Elton John ¿sería motivo de orgullo o motivo de vergüenza?
También he escuchado el argumento tan absurdo de decir que los niños criados por parejas homosexuales serán seguramente homosexuales o mínimo pervertidos sexuales. Esto es tan ilógico como pensar que el solo hecho de tener papás heterosexuales hace heterosexuales a los hijos. Y si realmente las prácticas sexuales de los padres tienen algún efecto en la personalidad y en el desarrollo de los hijos creo que es porque se salen del ámbito de la privacidad y de la intimidad, independientemente de si son heterosexuales u homosexuales.
En fin, personalmente me sentiré orgullosa de decirle a mis hijos: ¡imagínense, en mis tiempos, se permitía fumar en los aviones y en los restaurantes, y las parejas del mismo sexo no podían casarse! Lo veo tan lógico como el derecho al voto de las mujeres, o la igualdad de derechos entre blancos y negros. Quiero que mis hijos estén convencidos de que el mundo cada día es un mejor mundo, que cada vez somos más conscientes de nuestra consciencia. Quiero que mis hijos conozcan el verdadero amor, no importa si es con alguien de su mismo sexo, si ellos así lo deciden. Pero sobre todo quiero que sean respetados y sepan respetar a todos, sin excepción.
PD. También me encantaría decirles a mis hijos que en mis tiempos aún existían las armas, pero parece ser que para ganar esa lucha se necesita mucho más que buenas intenciones (¿verdad Obama?), se necesitan millones de manifestantes que puedan ponerse al nivel del poder de millones de dólares, pero por el momento andan ocupados en otras cuestiones…
Fuentes de inspiración:
Testimonio de un jóven con dos mamás:
Testimonio de un papá con falda:
http://www.huffingtonpost.com/nils-pickert/skirt-dad_b_1911444.html
Votos de matrimonio