¿Cómo te ves en 5 años? Recuerdo perfectamente esta frase, bastante trillada durante mis años universitarios, cuando nos hacían creer que bastaba con imaginar tu futuro, fijarte objetivos y llevar a cabo una buena planeación para alcanzar cualquier cosa que pudieras plantearte.
El día de hoy hace 5 años estaba en Chiapas, trabajando en esta misma universidad por un sueldo mísero. Hace 4 años estaba en un hospital de la Ciudad de México, pariendo a mi primera hija a través de un intenso pero maravilloso parto en agua. Hace 3 años estábamos en Puerto Vallarta toda la familia, incluyendo abuelos y tíos, cantándole sus primeras mañanitas a Léa. Hace 2 años le hice su primera piñata a Léa para romperla con buenos amigos en Trinidad y Tobago. El año pasado estaba colocando las cenizas de Léa en el cementerio de Versonnex, Francia, con mi hijo Yann en brazos.
Y hoy estoy aquí, en Panamá, escuchando jugar a Yann mientras preparo un pastel con 4 velitas que partiremos esta noche los tres frente a su foto. El pastel no es para Léa, los muertos no comen pasteles. El pastel nos lo comeremos nosotros, para endulzar un poco nuestra vida, pero sobre todo es para Yann, para que recuerde a su hermana, para que Léa siga presente en nuestra vida diaria así como está ya de forma cotidiana y constante en nuestros pensamientos. Celebramos el paso de Léa por esta tierra, sus grandes enseñanzas y el amor puro que generó y sigue generando.
Y no dejo de pensar en esos profesores pero también en muchas otras personas que realmente están convencidas de tener todo bajo control. Que de verdad creen que pueden planear su vida de aquí a cinco años (o de aquí a mañana). Hace poco escuchaba a alguien planear sus vacaciones para 2016, con vuelos y hoteles incluidos, y no sabía si burlarme o compadecerme.
Si algo me ha enseñado la vida en estos casi 35 años es que en realidad controlas nada o muy poco. Que de nada sirve planear pues lo único que tienes es el ahora. Y cuando digo ahora hablo del instante presente. Ni un minuto más ni un minuto menos. Y es que, ¿sobre qué basas tu planeación? Si consideras que todo puede cambiar en un segundo, que nada es permanente, y que además bajo ciertas circunstancias hay amigos que se convertirán en desconocidos y desconocidos que serán tus mejores amigos. El día de hoy estoy rodeada de nuevas amigas que aunque no conocieron a Léa tienen toda la disposición y empatía de venir a llorar conmigo. Y no puedo evitar pensar en aquellas personas a las que yo sentía cercanas pero que nunca más me volvieron a hablar después de la muerte de mi hija.
Lo que menos quiero es escribir desde el rencor. Simplemente escribo desde el momento presente. De cómo la vida, con duros golpes, me ha enseñado a dejar ir. Si logré dejar ir a mi hija puedo lograr dejar ir lo que sea y a quien sea. Sin reproches ni amarguras. Todo tiene su momento y hay que aceptar cuando se termina.
Quiero hablar de lo que el control, la planeación y las prioridades significan hoy en día para mí. De cómo al aceptar que en realidad tú no tienes el control de tu vida, y que de nada sirve planear el mañana, las prioridades se reducen a casi nada: Vivir el instante presente generando amor. Punto. Todo lo demás está de más, sobre todo cualquier cosa que tenga que ver con lo material. El día de hoy me concentro en captar las señales que el universo me envía para persuadirme de que Léa está bien, de que todo está bien. Que nuestro paso por esta tierra es sólo una transición, que no hay bueno ni malo, simplemente hay experiencias que nos harán crecer. Y sobre todo que en algún momento volveré al lugar de donde vengo, de donde venimos todos.