Mi vida sin Feis o cómo sobrevivir en el mundo actual sin tener Facebook.

 

Hace un mes decidí cerrar mi cuenta de Facebook. Cuando me preguntan la razón les digo que es porque estoy en cura de desintoxicación por culpa de una sobredosis.

Siempre he tenido problemas con los límites, soy de las que si abro un chocolate no paro hasta acabármelo, incapaz de guardar un pedacito para más tarde o para el día siguiente. La semana pasada me comí un bote de Nutella en dos días porque simplemente no pude continuar mi vida sabiendo que había algo tan delicioso al alcance de mi mano. Lo mismo me pasó con Facebook. Tenía que ver todas las nuevas fotos, todos los nuevos comentarios, todas las nuevas publicaciones, diario.  Prácticamente lo primero que hacía al empezar mi día era checar Facebook y lo último que hacía antes de dormirme era checar Facebook.

Como con los chocolates o la Nutella la única solución es dejar de comprarlos a fin de eliminar la tentación, deduje que con Facebook la única solución sería cerrar la cuenta completamente, porque simplemente no tengo suficiente fuerza de voluntad para no abrir la cuenta diario o para llevar un consumo mesurado del tiempo que paso a ver fotos de gente que si nos cruzamos en la calle seguramente no nos saludariamos.

La abstinencia a la red social ha tenido un fuerte impacto en mi rutina diaria. Y quisiera compartirles los cambios que he notado en mi vida desde hace un mes:

­        ↑ Incremento en la cantidad de tiempo de calidad dedicado a mi marido y a mi hija.

        ↑ Aumento en la lectura de literatura – volví a leer libros y revistas. Ya ni siquiera me meto al baño con la Blackberry para checar el Fb mientras me hace la digestión.

­        ↑ Crecimiento en el éxito de propósitos de año nuevo (estoy practicando yoga casi diario, nado mínimo 3 veces por semana, por fin empecé a hacer meditación…)

        ↓ Disminución significativa del estrés y la ansiedad – ¿Seré la única persona a la que le provocan tirria algunos de los comentarios que se publican en Facebook, tanto que a veces los traes en la cabeza todo el día?

­        ↑ Incremento en el propósito de vivir el “aquí y el ahora” – Con esto de la expatriación, el Facebook no me permitía vivir ni lo que dejé en mi país ni lo que tengo actualmente. En otras palabras, sentía que no estaba ni aquí ni allá.

        ↓ Reducción radical en un 90% de las felicitaciones de cumpleaños.

­        ↑ Aumento en la sinceridad y el fondo de los mensajes de felicitación,

­        ↑ Crecimiento en la calidad de mis prioridades – me doy cuenta que a pesar de la distancia y a pesar de no estar contabilizando «amigos» en Facebook, le sigo importando a la gente que realmente me importa. 

­        ↑ Incremento en la calidad de la escucha y en la capacidad de asombro – cuando mis amigos me platican lo que hicieron el fin de semana pasado, o el último chisme, ya no los interrumpo para decirles: ah si, ya lo vi en Facebook.

­        ↓ Disminución de la toma de fotografías – Me imagino que por el “fenómeno Cindy Crawford” que dice que un día se cae un avión y sólo sobreviven un mexicano y Cindy Crawford. Se van a vivir a una isla desierta, y al tiempo, sabiendo que nadie los encontrará nunca deciden empezar a coger. Después de unos meses de estar cogiendo el mexicano, ansioso y frustrado, le pide a Cindy que le cumpla una fantasía: que se ponga su ropa, se disfrace de hombre… una vez Cindy disfrazada de hombre el mexicano voltea y le dice: Compadre… a que no adivinas a quien me he estado cogiendo!              Moraleja: si no se puede presumir, no tiene tanto chiste.

 

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Acerca de LaLoren

Migrante permanente: 21 años tapatía, 1 lyonesa, 2 parisina, 2 grenadina, 1 guadalupense, 1 chiapaneca, 1.5 chilanga, 1 trinitaria, 0.5 ginebrina, 3.5 panameña, 1.5 libanesa
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