9 meses en Chiapas

Cañón del Sumidero, Chiapas

Es verdad que hace mucho que no escribo, quizá sea porque mi tiempo libre se ha reducido a un día a la semana que lo aprovecho para levantarme tarde e ir al súper. Después de 9 meses en Chiapas por fin me tomo el tiempo de sentarme a poner en limpio todas esas ideas que en el transcurso de los meses había estado anotando en diferentes papelitos, libretitas y servilletas. La ocasión lo amerita pues tengo cosas importantes que platicar…Y no todo tiene nada que ver con los “9 meses”…

Gavin y yo llegamos a Chiapas muy entusiasmados y listos para vivir la aventura de vivir en México por primera vez juntos. Desde el primer día Gavin tropicalizó su nombre, convirtiéndose en Gavino Blanco, hecho que le facilitó la vida a nuestros vecinos, amigos y repartidores de pizza. De hecho hemos también adaptado nuestro vocabulario al contexto local, y para ilustrar, el “aquí” se convirtió en “acá”, es decir que ya no decimos “aquí vivo” sino “vivo acá”. Y pues sí yo vivo acá, pero en realidad soy del norte, porque han de saber que para los chiapanecos todo el resto de los mexicanos somos del norte, y hasta se permiten decirte: “tú, como eres norteño…” ¡Créanme que una tapatía jamás se hubiera imaginado escuchar eso!

Yo había venido a Chiapas de vacaciones en 2003, y desde esa vez me había enamorado de este estado. Y si piensan que unos cuantos días en un lugar no son suficientes para enamorarte, déjenme decirles que acabo de leer que según un estudio las mujeres necesitamos 10 segundos para ver a un hombre y saber si nos quisiéramos casar con él, nomás tener un acostón o cuando mucho toreárnoslo como amigo. Así que con base a esto,  8 días en Chiapas para mí fueron más que suficientes para decidir que podría vivir aquí, y cuando encontré este trabajo en el Tecnológico de Monterrey Campus Chiapas fui la más feliz del mundo. Lo más sorprendente es que, exceptuando por San Cristóbal de las Casas y su carretera a Tuxtla, todo lo demás sigue prácticamente igual, incluyendo el cocodrilo del cañón del Sumidero que sigue sin moverse en el mismito lugar que en 2003. 

Los primeros meses, gracias al trabajo, tuve la oportunidad de visitar diferentes comunidades indígenas. Disfruté muchísimo empaparme de la riqueza cultural de México, de darme cuenta de cómo en tu propio país te puedes sentir extranjero al no poder hablar la misma lengua que tu compatriota, y fue por esto que decidí meterme a una clase de Tseltal. Tampoco pude evitar hacer comparaciones, y estando en reuniones comunitarias en espacios cerrados y ver cómo señores indígenas escupían en el piso sin ningún remordimiento, me acordé mucho de los chinos, y me arrepentí de haber pensado que eso en México jamás sucedería. Fue también sumamente interesante vivir las tradiciones indígenas, sobre todo la de destapar Coca Colas y entregarle una botella a cada persona como símbolo de agradecimiento, aunque al parecer la campaña nacional contra la diabetes ha llegado también hasta estas zonas recónditas y entonces además de Coca Cola tienes también la opción de beber agua Ciel embotellada, pero eso sí, te cuesta más cara… Lo bueno de ir a comunidades indígenas es que regresas al “horario de Dios”, pues han de saber que algunas comunidades se pasaron por el arco del triunfo eso del “horario de verano”, y se quedaron con la misma hora de siempre. Entonces cuando les preguntas a qué hora nos vemos, te contestan, a las 12:00 horario de Dios, es decir, una hora menos que la que traes en tu reloj y que equivale a la “hora del diablo” (o también llamado “horario de Fox”, que es lo mismo).

Pero bueno, también es cierto que no necesitas ir a una comunidad indígena para sentir esa sensación de riqueza cultural que de repente se nos puede olvidar. Yo por ejemplo, una simple visita a la feria de la iglesia del barrio y un juego de lotería con piedritas en el cuál además resulté la afortunada ganadora de un tupper-wear me despertó la mexicanidad a su máximo esplendor. Y es que los primeros meses estuvimos viviendo en una colonia llamada Terán, que en su tiempo fue municipio por sí mismo y que después lo absorbió Tuxtla. Terán ha guardado muchas tradiciones pueblerinas y se caracteriza principalmente por ser centro de concentración de tecladistas, marimbistas y… cibercafés… sin olvidar la importancia de los eventos eclesiásticos que cada mes tienen a un santo diferente que festejar y que amerita por lo menos 160 cuetes que por motivos que desconozco deben de tronarse entre 2:30 y 5:30 de la mañana. Terán es además centro gastronómico nocturno, y encontramos una gran variedad de opciones para cenar, entre ellas hamburguesas, tacos y hotdogs. En Terán todos son comerciantes, nada más en mi cuadra había dos sastres, tres abarroteros, un dentista, un florista, un estilista, un modeloramista (así se le dice al dueño del Modelorama, o no?), tres tecladistas, 2 marimbistas y 2 cibercafés, y si no, entonces son vecinos que se dedican a la venta de bolis, y si no, entonces es iglesia (nada más en mi cuadra contamos con una iglesia de la luz del mundo y otra de testigos de Jehová).

Chiapas me ha dado muchas enseñanzas, la más importante de ellas es la del concepto de “relatividad” que he comprobado en carne propia de muy diversas formas. Una de ellas es la relatividad de los estándares de belleza universales, pues desde que estoy aquí dejé de sentirme chaparra, a veces me siento alta y güera y debo confesar que hay días que hasta top model me he llegado a sentir.

La relatividad del tiempo también la hemos comprobado por estas tierras que Einstein nunca pisó, pues hay que saber que para un chiapaneco una invitación a las 6 de la tarde quiere decir que te esperan a las 8pm y por lo tanto puedes llegar a las 9pm. Ah pero eso si, ni se te ocurra reclamar, pues los chiapanecos son tan sentidos que se podrían sentir de saber que tú te sentiste porque llegaron tarde.

La relatividad de precios también la hemos experimentado y comprobado en diferentes ocasiones el Gavino y yo, ya que, como bien dicen, de acuerdo al sapo es la pedrada, y no es que esté diciendo que Gavino sea un sapo enorme y verde, pero simplemente gracias a su físico un tanto diferente al de la media de los chiapanecos y a su casi imperceptible acento al hablar español podemos estar seguros que tendremos que pagar por lo menos 50% más cuando sea él quien pregunte el precio.

También fue sorprendente ver cómo muchos chiapanecos, y específicamente tuxtlecos, no pueden creer que en el extranjero conozcan al subcomandante Marcos, siendo que ha sido el gran y único (¿?) promotor de este estado en el mundo… sí… más que Reyli, la Tigresa y hasta más que Jaime Sabines, desgraciadamente…Y mira que lo digo con conocimiento de causa, pues nunca voy a olvidar las reuniones zapatistas que organizaban en mi universidad de Lyon en 1996, y a las que de repente me tocó asistir para descubrir videos y libros que estoy segura que aún no podrías encontrar en México. Aunque debo reconocer que la labor de Marcos no ha beneficiado a todos, y me di cuenta cuando mi maestro de Tseltal me platicaba lo contento que se sentía de ver que la patrona de su hermana era tan compresiva y tolerante que nunca le pidió a su hermana que dejara de usar la vestimenta indígena para venir a trabajar a la casa y hacer el quehacer.

En Chiapas también he aprendido muchas fórmulas útiles, sobre todo para las actividades comerciales, por ejemplo si vendes manzanas, y llega alguien a comprar y no tienes, entonces en lugar de desgastarte con cualquier tipo de justificación explicativa sobre las razones por las que no cuentas con el producto, entonces nada más contestas “se la debo”, de esta forma el molestoso cliente no le quedará de otra más que retirarse. Créanme que esta fórmula es utilizada de manera generalizada por estas tierras. Y continuando en esta línea de aspectos comerciales, algo que me ha llegado a fascinar en Tuxtla es que no necesitas salir de casa para hacer compras, pues en el transcurso del día no dejan de desfilar por tu puerta los comerciantes que venden todo tipo de productos que van desde elotes y plátanos hasta agua, plantas, pescado, camarones, naranjas, mole, tamales, revistas religiosas, nieve, etc.

Cada uno de estos vendedores desarrolla una estrategia publicitaria que consiste en un tipo de grito/quejido que le permitirá dar a conocer su producto sin tener que ir tocando el timbre casa por casa, y si a esta publicidad le agregamos la de los vendedores de gas, basada en amarrar cadenas en el camión para al arrastrarlas se produzcan “armoniosas melodías”, y la del vendedor de nieve que se encarga de revivir las canciones de Crí-Crí forzando los decibeles, y la de los vendedores de agua que gracias a los avances de la tecnología y a un altavoz pueden simular sonidos de agua cayendo y después una persona que hace al característico sonido de satisfacción después de saciar una sed espantosa (algo así como un HHAAAAG…!) pues entonces ya podrán imaginarse cómo las calles de Tuxtla se convierten en un verdadero laboratorio para los amantes del marketing urbano. Pero no todo es marketing en la vida, y a esta multitud de sonidos debemos de agregar aquellos que están ahí por el bienestar público, y me refiero específicamente al del silbato del agente de seguridad que se encarga de vigilar los domicilios. En Terán contábamos con un vigilante de día y otro de noche, esto significa que las 24 horas había alguien paseándose por las calles y cuyo trabajo consiste en silbar su silbato con el fin de espantar a los malhechores, y silbarlo un poco más fuerte cuando los habitantes están cerca de las ventanas a fin de que se den cuenta de que el vigilante está haciendo su trabajo y se están desquitanto los 30 pesos mensuales de pago, pero curiosamente los días que el silbato se oye aún más fuerte son los días 1ero y 15 de cada mes…

En Tuxtla también hemos aprendido el arte del claxon, que contrario a lo que piensa Gavino con su pensamiento cartesiano europeo de que el claxon es un “auxiliar de sonido en caso de urgencia” – es decir, que sólo y únicamente lo utilizas en caso de que vayas en la carretera – ojo, únicamente en carreteras, jamás en zona urbana y obviamente respetando el límite de velocidad-, y ves a una pobre e humilde viejecita con problemas de vista a punto de cruzar la calle y que no se ha percatado que te acercas con tu automóvil. En cambio, en Tuxtla, y probablemente en todo México Gavino ha aprendido que el claxon tiene un sinfín de significados que se utilizan dependiendo del contexto, por ejemplo, una sonada de claxon puede significar “hola que gusto verte pero que hueva bajarme a saludarte como se debe”; “mueve tu carro por favor”; “adiós guapa pero sobre todo buena, yo si te andaba dando”; “te quieres subir a mi colectivo… si?… no?… seguro?”; “soy taxi y te puedo llevar a donde quieras, te subes o no? achis, apoco prefieres caminar”; “manejas mal y además me caes mal, y además estás feo”; “ya vine por ti, estoy afuera y tengo flojera de bajarme del carro”, “hazte a un lado que traigo prisa y estoy a punto de echarte el carro encima” o “cruza la calle hasta después de que yo pase”.

Y bueno, ya para terminar y volviendo a lo de los “9 meses”, pues si, estoy embarazada, pero nada más llevo 3 meses… Y es que en Chiapas Gavino y yo vimos tantos niños por todos lados que se nos antojó uno para ver que se siente… Aquí la cuestión es que lo solicitamos pero jamás imaginamos que llegara más rápido que una pizza… y rompiendo con todas las expectativas de la gente que me decía que por el hecho de haber tomado pastillas más de 10 años me iba a tomar por lo menos un año de arduo trabajo embarazarme, pues resulta que quedé embarazada ahora si que como dicen las vírgenes, a la primera… Este factor no afectó en lo mínimo el nivel de gusto que nos pudo dar a Gavino y a mí, y realmente el ver esa prueba de embarazo casera con dos rayitas es un sentimiento que nunca podré olvidar, y creo que Gavino menos, que al verlo tenía ganas de salir a correr un maratón con tal de sacar toda esa energía acumulada, que en sus propias palabras define como una mezcla de “felicidad y estrés”.

Me enteré que estaba embarazada cuando llevaba apenas dos semanas! Por lo tanto he vivido todas las etapas, desde el “frijolín”, pasando por el “renacuajo” y el “camaroncito” hasta el estado actual que al parecer ya es oficialmente un feto desproporcionado, con la cabeza un poco más grande de lo normal, aunque esto no significa que será más inteligente. Y bueno, respondiendo a las preguntas que sin duda ya se les vinieron a la cabeza: Sí, nos gustaría saber si es niño o niña, pero todavía no se sabe; No, no sabemos aún dónde nacerá;  No, todavía no sabemos qué nombre le queremos poner; La fecha de nacimiento está programada para el 4 de abril de 2009, sí será Aries, como Luis Miguel;  Si, yo le voy a hablar en español, Gavin le va a hablar en inglés y entre Gavin y yo seguiremos hablando francés –aunque como dice Gavino con su característico humor, ya con hijos quien sabe si seguiremos hablándonos…-, así que el “frijolín” será una de dos, o políglota o maniaco depresivo con problemas de identidad.

Y bueno, desgraciadamente por el trabajo no he tenido tiempo de hacer todas esas cosas recomendadas para que el chiquillo salga nerd, del estilo escuchar música de Mozart, leerles libros, platicarles como si fueran tu más fiel confidente, comer 5 frutas al día y muchas verduras verdes… Quizá también estoy esperando tener un poco más de señas de su parte, pues hasta ahorita el único momento en que creo que estoy embarazada es cuando me hacen el ultrasonido y al Gavino casi se le salen las lágrimas. De ahí en más, nada, ningún achaque, ningún asquito, ningún mareo, ninguna guacareada, nada de nada… Ya la última vez hasta pregunté si no podría ser más bien una amibota crecida de esas que le llaman solitarias la que traigo en la panza en lugar de un bebé… pero me dijeron que no, que sí es bebé… Total de que bueno, si los sueños son premonitorios el “frijolín” es de sexo masculino, tendrá los ojos azules y el pelo negro y parado como el que tenía la Ana, y crecerá muy rápido hasta parecerse al Genano, y llegará a los 10 años sin tener un nombre pues a su mamá se le olvidó el nombre que quería darle…

Un abrazo, los recuerda con cariño, Lorena

Acerca de LaLoren

Migrante permanente: 21 años tapatía, 1 lyonesa, 2 parisina, 2 grenadina, 1 guadalupense, 1 chiapaneca, 1.5 chilanga, 1 trinitaria, 0.5 ginebrina, 3.5 panameña, 1.5 libanesa
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